Estados.

¿Cuántos estados mentales juntos hay ahora mismo dentro de mi? He perdido la cuenta. Ya no veo punto de encuentro alguno. Espada y pared. Confundida, engañada, enrabiada. Ahora ya no creo las mentiras.

¿MIEDO?

¿y entonces?

Lo mejor para acabar el día es, tumbarse en la cama, mirar hacia arriba y pensar. Dejar escapar la imaginación y atraparla de nuevo con mil y un pensamientos más; derrochar el tiempo en tonterías, al menos de vez en cuándo; tener ese momento para dejarlo todo por instantes. Cierras los ojos e intentas palpar alguno de esos obstáculos que se interponen diariamente en tu vida... pero no hay nada, tan sólo cuatro paredes, algún que otro póster, un reloj y un espejo. ¿Un espejo? Me pregunto que se esconde detrás, esa curiosidad que te entra cuándo hay algo que desconoces y ansias entenderlo, pero tan sólo hay un montón de preguntas bombardeando tu yo interior, tu otra mitad, tu otra cara, o como coño le suelas decir, porque ¿tiene nombre? Ese personaje que vive dentro de ti, tu verdadero rostro,tu media consciencia, el que te hace compañía cuando te sientes solo, el que te dice lo que quieres escuchar realmente... ¿y el espejo entonces? ¿un mundo paralelo? A veces te da por darle al coco, y fijarte bien en la imagen que hay al otro lado, ¿eres tú? ¿o es una copia barata tuya? Y de repente, casi sin darte cuenta, te encuentras imaginándote cómo sería todo viéndolo desde ese punto de vista, viendo cómo sucede todo a fuera, cómo de repente sólo vives cómo un títere, que imita a la perfección todo lo que entra en su alcance, sólo te transformas en un reflejo. Eso hasta que vuelves a la realidad, despiertas, y te da por ir hacia el espejo y compadecerte del que hay ahí dentro, aguantando tus sonrisas y sin poder ser ese hombro en el que respaldarse cuándo tu cierras el pestillo de la habitación para llorar en el rincón.